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Nuestra actitud ante la vida determina nuestros resultados. Saber qué hacer para cambiar de actitud es un tema crucial si queremos empezar a descubrir nuevas posibilidades en la forma de relacionarnos con los demás y en la forma de conseguir objetivos.
«La actitud no tiene nada que ver con lo que hago, aunque está relacionada, la actitud tiene que ver con la forma en la que decido afrontar un problema o una situación»
En muchas ocasiones no es fácil cambiar de actitud porque sufrimos un secuestro amigdalino, y es entonces cuando más fácil es quedarnos enganchados a una emoción negativa que no es de demasiada ayuda. Vaya por delante que no soy partidario de reprimir emociones, así como de eliminarlas, todas ellas tienen sentido y cumplen una función primordial para todos nosotros. Las competencias de la inteligencia emocional, nos hablan de conocer y saber gestionar, no de reprimir.
Para cambiar de actitud hay que estar comprometidos con querer hacerlo, hay que desear cambiar algo, todo lo demás no servirá si en el fondo de ti no quieres afrontar una situación de una forma distinta.
Me gustaría compartir contigo dos técnicas sencillas para cambiar de actitud:
La primera técnica es mediante la respiracíon. La respiración es una gran puerta a infinidad de cambios en nuestra forma de afrontar cualquier situación. La persona estresada, tensa o enfadada, respira desde la parte alta de sus pulmones, lo notamos porque su pecho se hincha al respirar. Mientra que la persona calmada o relajada realiza la respiración diafragmática, respira desde la parte baja de sus pulmones, la prueba es que a nivel visual su pecho no se hincha al respirar, sino que lo hace su estómago.
«Este tipo de respiración tiene cambios significativos en nuestra forma de serenarnos y afrontar un problema»
De hecho según las investigaiones realizadas en este campo demuestra que esta respiración está fuertemente relacionada con un latido cardiáco más síncrono. El latido cardiaco que experimentamos en situaciones de paz, ternura, relajación se activa al respirar de forma diafragmática (tomar aire y expulsarlo por la nariz).
La segunda técnica para cambiar tu actitud es contrarrestar un pensamiento catastrófico o negativo que esté en ese momento en tu mente con uno positivo. Si acabas de pensar «soy un desastre», es muy fácil caer en una espiral de pensamientos negativos, un círculo vicioso que traerá emociones destructivas y que me dejarán unas horas (o todo el día) fuera de juego. Sin embargo, si aprendo a detectar que un pensamiento negativo ha entrado en mi mente, será fácil para mi contrarrestarlo con uno positivo.
Ante un «Soy un desastre», puedo decirme un:
- «Tener un poco de desorden en mi vida es lo que la hace divertida»,
- «Ya soy muy bueno en otras áreas de mi vida»
- «Un poco de desorden alienta mi creatividad»…
Espero haber contribuido a que sea más fácil para ti cambiar de actitud siempre que lo necesites.
¿Cómo haces tú para conseguirlo?
Estaré encantado de publicar tus experiencias.
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