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Estamos más acostumbrados a mirar más a lo que nos falta que a lo que ya tenemos, hemos crecido con la contante sensación de insuficiencia, y de esta forma vamos buscando la felicidad experiencia tras experiencia, sin encontrar más que pequeños momentos de satisfacción demasiado efímeros para considerar que hemos alcanzado ese horizonte llamado «Felicidad». Hoy me gustaría hablarte de una de las cosas que puedes hacer para empezar a vivir en el lado positivo de la vida…
El sentimiento de gratitud no es un sentimiento que sobre precisamente en nuestros días. Damos por hecho que las cosas tienen que ser como son, que nos «merecemos» que la vida nos trate bien, que nuestros familiares se sientan bien, que todo a nuestro alrededor funcione. De esta forma en cuanto algo no está como nosotros queremos montamos en cólera contra el mundo, nos ponemos en esa posición de víctima que tanto daño nos hace.
Queremos que los demás sean como nosotros queremos que sean, y cuando no es así, les culpamos por no saber satisfacer nuestras expectativas.
Colmamos nuestra vida de expectativas demasiado altas, que difícilmente se cumplirán, y que serán nuestra principal cárcel durante la misma.
¿Cuántos días te despiertas diciendo «Gracias»? Me encanta esta costumbre, que por primera vez vi en la película «El Cambio» (The Shift) de Wayne Dyer. Si ves los treinta primeros segundos de la misma podrás ver esta escena, aunque la película entera merece la pena, dedícale cuando puedas un par de horas. En V.O merece mucho más la pena, por cierto.
Durante un tiempo en mi vida (en realidad han sido varias etapas) no fui demasiado agradecido con ella, no consideré que tuviera que agradecer nada, pensaba que el universo estaba ahí para colmar mis necesidades, y que si no lo hacía es que yo era alguien «non-grato» para este. Era una forma más de fortalecer una creencia bastante perjudicial para uno mismo, alimentando un sentimiento de victimismo que no podía llevarme a buen puerto.
Sin embargo, hay que desprenderse de todo, incluso de cualquier apego a este tipo de sentimientos. Así me lo decía el Padre Paco, un monje que cerca ya de los noventa años sigue despertándose a las 4:40 para estar en los maitines de este Monasterio que tanto me gusta: «César, yo ya me he desprendido de todo».
Así que empieza la semana, es lunes, son las 7:11, hay mucho por hacer, y ¿qué haces?, ¿Cuál es tu estado de ánimo?, ¿Qué te ocurre con los lunes?…
¿Sabes? hay un lunes en el que no te vas a despertar. No quiero ser portador de malas noticias, pero quizás sea la única verdad que tú y yo sabemos.
Que nuestro planeta albergue vida es pura casualidad, estamos aquí de pura suerte, estar en este sistema solar, a esta distancia del sol, tener los elementos para la vida, son todo casualidades, ¡nos ha tocado la lotería! Y nosotros sin embargo, seguimos apagando el despertador y pensando «Oh, no, otra vez lunes…»
Recuerda, hay un lunes en el que no te vas a despertar.
Como te iba contando, en una etapa de mi vida no fuí demasiado agradecido, y puse en práctica una técnica que quería compartir contigo…
Aprender a mirar al lado positivo de la vida
Creo que es muy común esta tendencia de los seres humanos, de acordarnos más de lo que nos duele que de lo que nos gusta. De esta forma vamos haciendo grande nuestro sentimiento de «seres desdichados», «auténticos mártires» que tan bien encaja en muchas ocasiones con el mensaje de algunas religiones.
Mi técnica tuvo que ver con convertirme en un explorador, un investigador privado de mi propia vida. Durante un tiempo decidí registrar, anotar, todos aquellos eventos positivos que hubieran en mi vida.
De esta manera, cada día completaba una lista de cosas positivas que habían acontecido. Muchas de ellas eran a nivel laboral, y otras a nivel personal. En todas ellas había un sentimiento común, me hacían sentirme feliz. Una de ellas podría estar relacionada con nuevas oportunidades con un cliente, y la otra con el hecho de que cuando paseaba cerca de un colegio, unos niños me pidieron desde la vaya que les lanzara su balón que se les había salido fuera, ¡Qué momento tan maravilloso!
No importaba su signo, no importaba la cantidad, lo único que importaba era el sentimiento que me provocaban estas experiencias. Al final del día me acostaba recordando lo que había ocurrido en mi vida, los eventos que me habían hecho sentir feliz. Al despertar por la mañana ponía en práctica la técnica de Wayne Dyer, «Gracias, Gracias, Gracias».
- ¿Y tú? ¿vas a empezar tu lista?
- ¿Todavía piensas que la vida no te trata todo lo bien que a ti te gustaría?
- ¿Qué cara estás mirando de la vida?
No nos damos cuenta de que nuestro sentimiento de infelicidad es una droga, algo que nos tiene enganchados y que nos crea adicción. Tienes una relación de pareja con una persona, y acabas esperando a que todo se tuerza algún día, no crees que todo puede ir bien. Tienes trabajo y esperas a que algún día este se acabe, tienes salud y vives con el temor de que algún día te digan lo contrario, tu familia está bien y temes que esto no sea siempre así.
¿Por qué no dedicarnos a disfrutar en lugar de a sufrir?
Hay una creencia limitante fuertemente enraizada a nuestro subconsciente, y tenemos que iniciar el camino que la supera. No te lo tomes a broma, está dentro, muy dentro de ti, de mi y de cualquier persona.
En cada día hay pequeñas cosas (y grandes), muchos motivos por los que sentirnos felices. Ahora mismo veo que acaba de amanecer (he empezado a escribir de noche) y además escucho detrás de la ventana el canto de un pájaro que viene a darnos los buenos días ¿no es maravilloso?
El camino de la Felicidad empieza aquí ¿te vienes?
Que tengas un gran día.
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