Índice [Ocultar]
Si alguna vez te has enfadado mucho, o te has tenido una respuesta desmedida con un tema, es muy fácil que hayas sufrido un secuestro amigdalino. El término fué acuñado por Goleman en Inteligencia Emocional en el 1996 para definir experiencias emocionales que nos sobrepasan y que disparan algo dentro de nosotros. En este artículo hablaremos de cómo ocurre.
- ¿Has tenido alguna vez la sensación de que ante una situación determinada te bloqueabas?
- ¿Tu respuesta emocional ha sido desmedida frente a alguna situación laboral o personal?
- ¿Has sentido pánico ante una situación en la que racionalmente tu vida no corría peligro?
Si has contestado que sí a alguna de estas tres preguntas, es muy probable que hayas sufrido un secuestro amigdalino. De hecho, casi todos lo sufrimos periódicamente. Hay situaciones que disparan algo dentro de nosotros (cada uno tiene las suyas), que provocan un torrente de emociones relacionadas con la lucha, húida o bloqueo y que nos hacen menos capaces de afrontar una situación con éxito.
Aunque la lucha, huída y bloqueo también nos pueden ser útiles en alguna ocasión, el secuestro amigdalino ha ocurrido si estas respuestas no son las más adecuadas para la situación, es decir son desmedidas.
«El secuestro amigdalino ocurre con todos aquello temas inconclusos que todos podemos tener»
¿Cómo funciona el secuestro amigdalino?
En nuestro cerebro, el tálamo hace una clasificación preliminar de toda la información externa que llega. Una parte de la información se envía a la amigdala (nuestro archivo emocional) y otra se envía al neocortex (el cerebro pensante y racional). Si la amigdala percibe que hay una coincidencia de la experiencia actual con una experiencia pasada que por algún motivo ha sido traumática para nosotros (y no está sanada), disparará la respuesta pelea, bloquéate o huye, haciendo que se active nuestro mecanismo de defensa frente a amenazas externas, el eje HPA.
Este eje HPA (Hipotalámico-Pituitario-Adrenal), activa todo un conjunto de síntomas fisiológicos que nos preparan para las situaciones críticas y tensas. La respiración, el aumento del latido cardiaco, mayor tensión muscular, etcétera. De esta forma la amigdala ha impedido que nuestro «cerebro pensante y racional» pueda actuar, ha secuestrado su capacidad. Por este motivo se le llamó a este mecanismo que ocurre en todos nosotros secuestro amigdalino.
El cerebro emocional procesa la información mucho más rápido que el cerebro racional, de forma que en caso de que la experiencia que vivimos sea un reflejo de otra que nos causó especial trauma o sensación negativa, impedirá la comunicación con el cerebro racional. Por este motivo, en estas ocasiones pensar de forma lógica y racional es muy complicado
«la persona que sufre un secuestro amigdalino se sentirá bloqueada o tendrá reacciones desmedidas»
La clave, aunque hablaremos de ella en otros post, consiste en hacer limpieza emocional, en cerrar temas inconclusos, en trabajar con todas nuestras situaciones abiertas y heridas, con todo aquello que ha dejado huella en nosotros y que podemos sanar de una u otra forma.
¿Te ha ayudado este post? Compártelo y coméntalo, estaré agradecido de saber qué piensas sobre esto,
Keep walking
SUSCRÍBETE A MI NEWSLETTER
y recibe nuevas herramientas y recursos