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Hay personas que comunican mejor y otras que no lo hacen. En ocasiones, nos es difícil encontrar personas que nos comprendan y nos miren de forma auténtica, sin máscaras, estrando en la sintonía con nuestro momento, en completa empatía. Siento que nos queda un largo camino por recorrer para mejorar nuestra comunicación emocional…
Comunicación emocional
Cada vez que entre dos personas se establece contacto (comunicación), decimos que hay una componente lógica y una emocional. Parece lógico pensar que una condiciona a la otra, en este caso, la comunicación emocional condiciona enormemente a la forma de comunicarnos lógica y racional. Es decir, si estás enfadado con tu compañero de trabajo, seguramente no le explicarás ese proyecto con la claridad y profundidad que se requiere.
De ahí que se diga que lo que se escucha, es sólo el 10% de la comunicació real, el 10% de lo que no se ve. La parte racional de la comunicación es mucho más grande y condiciona a la racional. Este es el famoso efecto iceberg que habrás visto cientos de veces en diapositivas de cualquier curso o conferencia, desde Cabo de Palos hasta Hondarribia, pasando por cada rincón del planeta.
La mayor parte de la comunicación es emocional y condiciona a la comunicación racional.
La persona que quiera ser excelente en la comunicación, tiene que tener en cuenta que antes que comunicar hay que comprender, fijarse, estar atento, para saber en qué medida la componente emocional de la comunicación está condicionando la conversación o el momento. Por este motivo, me parece importante que prestemos más atención a la componente emocional de cualquier interacción entre personas.
La empatía brilla por su ausencia en las relaciones interpersonales, la velocidad a la que caminamos nos hace perder de vista las necesidades del otro.
Sin embargo, existe una ley muy práctica en esto de la comunicación: Siempre estamos comunicando. También en el silencio. Creo que los silencios son los momentos de mayor comunicación entre personas, porque en el silencio se expresa todo:
- En el silencio puedo notar la tensión que hay entre nosotros.
- En el silencio puedo sentir la paz que hay entre nosotros.
- En el silencio puedo sentir tu alegría.
- …
La componente emocional de la comunicación se escucha mejor en silencio. Y como mejor se percibe es con una mirada.
Las miradas no suelen engañar, son información privilegiada.
Hay un dicho que dice algo así como «Quien no entiende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación». Me parece brillante.
Creo que algo así nos ocurre en nuestro día a día, si no somos capaces de llegar al corazón de la otra persona ¿cómo vamos a ser capaces de llegar a su mente? ¡si es mucho más compleja!
De ahí que merezca la pena que te pongas las pilas en lo que a comunicación emocional se refiere. No se trata de saber si un picor en el brazo significa incomodidad o si tocarse los labios quiere decir atracción hacia la otra persona (apuesto a que haces click en este link), sino de conectar con las necesidades emocionales de la otra persona para lograr una comunicación más auténtica.
El profesor Mehrabian ya dió a conocer el fruto de sus estudios, y fueron bastante concluyentes: Siempre que comunicamos actitudes, emociones o sentimientos, el núcleo de la comunicación no se expresa con palabras, sino con los gestos y con las cualidades de la voz.
Hay quien confunde esta expresión y cree que siempre que comunicamos lo hacemos así. No es el caso. Es siempre que comunicamos actitudes, emociones o sentimientos. Si le pido a un viandante que me ayude a encontrar una calle, es fácil que no exista mucha comunicación emocional y en esa interacción gane la comunicación racional.
Aquí lo tienes en un gráfico. De todo el contenido de la comunicación emocional, muy poco es para el significado de las palabras.
Es decir, si te pregunto «¿Qué tal con tu nuevo compañero de trabajo?»… en tu respuesta, será más importante (un 93% más imporante, 38%+55%) tu tono de voz y lenguaje corporal al responder, que lo que digan tus palabras.
Por este motivo, una gran parte de personas se llevan disgustos con la vida casi a diario. No comprenden al otro, no pueden interpretar los mensajes que les manda a través del canal del cuerpo y de la voz. Y acaban tomando decisiones erróneas. Eso también les ocurre con sus parejas, y acaba sembrando las relaciones de auténticas minas antipersonas.
Vivimos siendo muy inteligentes con el cerebro y muy analfabetos con el corazón. Y hay quien se empeña en descubrir más todavía sobre el cerebro, sin un atisbo de sentimiento en su corazón.
La componente emocional de la comunicación condiciona, y a no ser que la sepamos descifrar, nos llevaremos un 93% de disgustos en la vida, porque no sabremos qué hacer o qué decisiones tomar ante la respuesta que vemos en el otro.
El camino de la empatía no es un camino fácil, pero me parece vital para conseguir buenos resultados. No se trata de averiguar de modo cognitivo que nos quiere decir el otro, se trata de sentir, de sentir junto al otro, más bien de «dejarse sentir» durante unos miles de conversaciones, de remover e intentar sanar todos tus dolores internos y tus heridas ,y con el tiempo poder decir que tu comunicación es algo más pura de lo que era en un principio.
Y esto, por mucho que el prefijo neuro esté de moda, ningún neurocoach, neurodoctor o neuropsicólogo te lo podrá explicar en una diapositiva con la foto de un manido iceberg que se olvidó cobrar por sus derechos de imagen.
Entonces y sólo entonces podrás entender una mirada, y dejar de escuchar esa larga explicación, porque lo que dice una mirada no lo contarán nunca las palabras. A no ser que te llames Antonio Machado, Federico García Lorca o Miguel Hernández, pero eso es otra dimensión.
Que tengas un gran día.
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