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En los últimos 10 años he conocido a miles de personas de distintas empresas y, de entre todos ellos, hay 4 que me dijeron «Yo a la empresa no vengo a hacer amigos». Lo que hice inmediatamente después fue conocer su equipo más de cerca y me di cuenta de que había un problema serio de clima y de cohesión…
Puedo entender perfectamente que una persona tenga el 99% de su vida fuera de su empresa, que sus mejores amigos no trabajen con él o ella, eso es obvio. Pero si dices abiertamente «no vengo a hacer amigos», parece que estás algo a la defensiva ¿no?
Es algo así como empezar una negociación con un cliente o proveedor diciendo «no he venido a caerte bien». Puedes imaginar que aquello acabará como El Rosario de la Aurora.
Para ser certero en nuestras relaciones con los demás, la actitud tiene que ser diferente, justo la contraria. Aunque no sea cierto al 100% y uno no vaya haciendo amigos por cada rincón, tiene que dar la impresión de que «viene a hacer amigos». Eso provocará que tengas muchos mejores resultados en cualquier negociación, conversación o gestión del conflicto.
Donald Trump no ha venido a hacer amigos. Los demás no existen y difícilmente hará nada por caer bien al otro. Sus técnicas de negociación están basadas en el win-lose.
Bill Clinton cada vez que se entrevistaba con alguien a quien volvía a ver después de algunos años, se acordaba de su nombre, del de su pareja y de si sus hijos estaban a punto de acabar la educación secundaria y tenían que elegir universidad.
Cada uno tenía un enfoque distinto.
Cuando escuches «no vengo a hacer amigos»… sal corriendo.
En los equipos es fundamental la vulnerabilidad, un factor que nos habla de mostrar nuestra parte más humana, de ser nosotros mismos, para así lograr un equipo más cohesionado.
Que tengas un gran día.
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