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Hoy reflexiono sobre ese tipo de temas en los que solemos pensar de vez en cuando: la Felicidad. ¿Qué es indispensable para alcanzar tu felicidad? Creo que hay algo que me parece fundamental: no creas en nadie. Ahora te explico a qué me refiero…
No creas en nadie
A un servidor
Hay tres personas a las que no debes creer, porque puedes acabar cometiendo el mayor de los pecados, dejar de ser tu.
La primera de ellas soy yo. Me lees a menudo, te llegan mis post diarios, incluso reflexionas sobre lo que digo, en ocasiones estarás de acuerdo conmigo y en otras no…
En el momento en el que depositas en mi tu confianza estás cediendo parte de tu soberanía, dejando de ser tú.
Te invito a seguir leyendo aquello que escribo, pero, sólo por si fuera el caso, no me des demasiada credibilidad, simplemente observa lo que digo, atestigua, pero no te dejes llevar por nada de lo que escriba en este blog o diga en cualquier otro foro.
A ti mismo
La segunda persona a la que no debes de creer es a ti mismo/a. Pensarás “César, si no creo en mí, ¿entonces en quién voy a creer?» Espera, sigue leyendo.
Lo que seguramente ya sabes es que a veces nos volvemos un poco locos. Yo me he vuelto un poco majara algunas veces, algunas veces he pensado en tomar decisiones que no me convenían, y menos mal que no lo hice. Todos somos un poco neuróticos (mejor dicho bastante).
Machado nos habla de esto en una frase «En mi soledad he visto cosas que no son verdad»
Estamos demasiado condicionados por nuestras creencias, por nuestro carácter (que no es lo mismo que el temperamento), y nos engañamos a nosotros mismos. Así que te invito también a desconfiar de ti mismo/a, ya que generalmente tus decisiones están demasiado condicionadas por la historia que has vivido, por tus creencias, por las voces de tus padres, por tus heridas…
Uno mismo, muchas veces no es su mejor consejero. Todos tenemos un ego demasiado condicionado, demasiado alterado para considerarlo “la fuente” de la toma de decisiones. Tenemos que ir un poco más profundo, tenemos que buscar “la verdad” en un campo que no entiende de razones lógicas, ni te temperamentos, sino de pura conciencia.
No con esto quiero decir que no tomes decisiones basándote en tus percepciones, todo lo contrario. Sino que te tomes un tiempo, que dejes reposar cada decisión, que no te dejes llevar por el sentimiento del momento.
No creas a nadie
La tercera persona a quien no debes creer es en realidad muchas personas, no creas a nadie. Porque todo lo que los demás te digan estará fuertemente condicionado por su experiencia de vida, por su pasado, por su forma de concebir y entender el mundo.
No creas en nadie, no te permitas caer en el error de depositar tu confianza, tu futuro y tus elecciones en las manos de otra persona, ya que en el momento que lo hagas estarás reconociendo tu falta de capacidad, tu victimismo. Solemos dejarnos influir demasiado por los demás, gurús, políticos, jefes, amigos, etcétera. Pero en realidad, cualquier consejo del otro no es más que una forma de solucionar “sus problemas” no “los tuyos”.
Y si esto es así, entonces ¿En quién creemos para encontrar nuestra propia felicidad?
La propuesta tiene que ver con aumentar tu capacidad de conciencia, con aprender a mirar con otros ojos.
En el ruido del día a día, nos impedimos escuchar, observar, sentir, o mejor dicho sentirnos. En ese sin-silencio, seguimos tomando decisiones constantemente, escuchamos a otros o tenemos nuestro propio razonamiento y acabamos por tomar decisiones rápidas, aceleradas, sin rumbo claro.
Nuestro problema vital viene por no haber alcanzado un nivel de conciencia mayor, un estado de observación y escucha mayor a todo lo que nos rodea y forma parte también de nuestra realidad.
¿Quién conoce la realidad? Pero quizás convendría preguntarse ¿Qué realidad? ¿Todavía piensas que hay una realidad? ¿Cuántas realidades hay?
- Mi realidad no es la misma que la de un niño de los suburbios de Bangladesh, el valor que otorgamos a un kilo de azúcar es ampliamente distinto.
- Mi realidad no es la misma que la realidad de un sicario del narcotráfico, el valor que otorgamos a la vida ajena no es el mismo.
- Mi realidad no es la misma que la de un chamán de una tribu que todavía vive en el amazonas, en el silencio ambos percibimos cosas muy distintas.
Por lo tanto, ¿Qué es la realidad? ¿La tuya o la mía? Decía una vez más el maestro Machado:
“Tu verdad, no, la verdad, y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”
No dice que su verdad sea la única o la mejor, ni siquiera la tuya. La tuya no es la verdad. La tuya te la puedes ir guardando, yo también guardaré la mía. “Ven conmigo a buscarla” ¡qué invitación tan sugerente nos hace el Maestro! ¿Podemos ir a buscar la verdad?
Quizás sea una de las cosas más bonitas que hay, poder construir algo junto a otra persona que quieres, o aprecias. Junto a los demás entonces todo parece que tiene más sentido.
Se han hecho investigaciones sobre la recuperación del cáncer, y se ha demostrado que aquellos pacientes que realizaban una terapia grupal se recuperaban antes que los que hacían terapias individuales, ¿No es un descubrimiento fantástico?
El grupo tiene mucha fuerza, el grupo nos une, nos da identidad, pertenencia.
Una estrella por sí sola no es nada, pero una estrella que forma parte de una galaxia…
¡Eso es la vida! Estrellas que forman parte de galaxias, personas que forman parte de comunidades, hijos que forman parte de familias…
Pero confundimos la pertenencia con la confluencia. Confluir con el grupo o con el otro nos borra del mapa, nos hace extinguirnos, nos fundimos tanto con el otro que al final nos perdemos y no sabemos dónde estamos. Por eso están crucial que podamos aumentar nuestro nivel de conciencia respecto al quienes somos, para así no perdernos. No creas en nadie.
Escucha la música, la música no es la nota que suena, la música se hace posible gracias al silencio que hay entre las notas. La música que está en el silencio ¿la escuchas?
Que tengas un gran día.
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