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Hoy me despertaba pensando sobre los beneficios del perdón, de cómo podemos utilizarlo como una palanca de cambio para nuestro desarrollo personal, nuestras relaciones y sobretodo para tener una vida más plena…
Buenos días! ya estamos a viernes, espero que te encuentres muy bien, y que todavía te quede energía para dar lo mejor de ti en lo que queda de semana. Yo me encuentro bastante bien, ayer hicimos el seminario Liderazgo y Dirección de Equipos en Valencia, y me alegró mucho ver a varios seguidores de este blog, de Almería, Madrid… poneros cara y sobretodo disfrutar de vuestras experiencias en liderazgo. ¡Gracias!. Y digo «me encuentro bastante bien» porque tengo que decir que ayer, aunque traté de dar lo mejor de mi mismo, me estaba recuperando. El miércoles a las 13:00 me tuve que volver a casa y meterme en la cama hasta el día siguiente porque mi aparato digestivo había perdido su bienestar habitual, así que estuve todo el día recuperándome para dar el 100% en este seminario.
El perdón, esa técnica tan difícil de aplicar
Si has visto la película Invictus, protagonizada por un Morgan Freeman que encarna a Nelson Mandela nada más llegar al poder en Sudáfrica, sabrás, que en un momento de la misma, mientras Mandela habla con su responsable de seguridad le dice la frase «El perdón libera el alma, por eso es un arma tan poderosa»
Creo que para asomar la cabeza en el territorio de la excelencia, también tenemos que ser excelentes en eso, en el perdón.
El perdón no es una palabra, ni tan sólo un concepto, yo creo que es una filosofía de vida, es algo demasiado grande para cosificarlo.
Me parece la herramienta fundamental para provocar los cambios que necesitamos, en nosotros mismos y en nuestras relaciones con los demás.
Mandela fue capaz de hacerlo, de perdonar, de no vengarse, de no mostrar ningún tipo de rabia u odio hacia los que le habían mantenido encarcelado en la prisión de Portsmouth durante 27 años. Al salir tomó el poder y no dudó en declarar una ley de amnistía, de perdón para aquellos que habían cometido crímenes.
Son palabras mayores, pero Mandela consiguió acercarse a una reconciliación que no podría haber ocurrido de otro modo. Cuando el perdón entra en nuestras vidas, abrimos la puerta al amor, y a todas sus cualidades.
Uno tiene que saber no sólo perdonar, sino también perdonarse a sí mismo/a por los errores cometidos, algo si cabe, más difícil.
En el momento en el que perdonamos estamos dejando de lado emociones tóxicas que nos mantienen alejados del otro. El poco o mucho rencor, resentimiento, rabia o enfado que pueda haber hacia la otra persona desaparece, se diluye y se esfuma, quedando un espacio abierto para volver a compartir con el otro.
Pero perdonar o perdonarse a sí mismo es díficil, porque requiere de un alto grado de humildad.
- De no querer tener la razón…
- De saber que el amor está por encima del odio…
- De no tener miedo…
Por eso es tan difícil perdonar, porque cuando lo hacemos reconocemos que no somos los mejores, ni los únicos, ni nuestra verdad es la mejor… Al perdonar establecemos un vínculo directo con esa energía de la que estamos hechos todos que se llama amor.
Los beneficios del perdon
El resentimiento y el rencor que no se diluya por medio del perdón se queda en ti, y se queda dentro de cada una de tus células, quieras o no. Al no perdonar, estás envenenándote, dejando que una energía tóxica recorrar durante años todo tu cuerpo.
Creo que una gran parte de nuestras enfermedades vienen por temas relacionados con nuestra alimentación, y otra buena parte con temas relacionados con las emociones, la represión o toxicidad de las mismas.
Por eso me parece importante perdonar, porque al perdonar no sólo haces un bien al otro, sino a ti mismo/a.
Cuando perdonas reconoces que hay una gran verdad por encima de tu verdad, y esa verdad es lo que conocemos como amor, compasión, reconciliación…
Machado decía «tu verdad no, la verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela». A mi me recuerda mucho al perdón.
Creo que la verdad se debe de buscar en común, pues tu verdad no es nunca la verdad, ni tampoco la mía. Hay una verdad que nos pertenece a los dos, y esa verdad sólo se destapa en el momento en el que decidimos que el amor vuelva a entrar por la puerta de nuestra casa.
Solemos guardar rencores que morirán dentro de nosotros, no queremos ser los primeros en ceder territorio, en abrir los brazos en busca de un abrazo. Decimos algo así como «De acuerdo, vamos a perdonanos, pero tú primero» escribí sobre esto en este artículo que te puede interesar.
Pero el perdón no empieza en los dos lados al mismo tiempo. El perdón empieza en ti, en tu corazón y luego se contagia al corazón del otro. Tú decides hacer un movimiento de apertura y sinceridad hacia la otra persona, de reconocer aquello en lo que te has equivocado.
Son tan incontables los beneficios del perdón que no merece la pena que no lo contemples como el mejor aliado de tu vida.
En ese momento no hay espacio para el reproche, para el «Ya, pero tú me hicíste», sino para el perdón. El perdón es incompatible con el reproche. Cuando perdonas la energía que recorre todo tu cuerpo es el amor, no el odio.
- ¿A cuántas personas tendrías que pedir perdón?
- ¿Qué te gustaría decirles?
- ¿Qué tipo de rencor, resentimiento guardas todavía hacia otras personas?
Perdonarse a sí mismo
La persona que no perdona tampoco es capaz de perdonarse a sí misma, mantiene una lucha interior consigo misma que le impide tener paz. Tenemos que aprender a soltar, a dejar ir, a desprendernos de todo, incluso del rencor, el odio y el resentimiento.
Hay quien dice «perdono, pero no olvido», yo creo que el que dice esto ni perdona ni olvida. Es obvio que ni tú ni yo, tenemos un pelo de tontos, y que si nos han dado un guantazo en una mejilla, no pondremos la otra. Pero cuando dices esta frase, de alguna forma estás poniendo barreras a un acto de amor, y el amor no conoce de barreras. Yo no puedo amar a medias a mi mujer o a mi hermano. Por eso el amor quizás sea el arma más poderosa, y el perdón su prima hermana, ambas surgieron del mismo lugar, llámalo Dios, llámalo universo, llámalo X.
Por eso creo que Mandela nos dejó una lección tan maravillosa con esa frase «El perdón libera el alma, por eso es un arma tan poderosa».
Son tan numerosos los beneficios del perdón que se debería de enseñar más en las escuelas.
Haz del perdón tu forma de vida.
Que tengas un gran día.
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