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Gestionar el tiempo y ser más eficientes está ahora mismo en la agenda de cualquier profesional que se preocupe por mejorar día a día. La productividad está de moda, algo que no viene del todo mal viendo como hasta ahora se ha trabajado en muchas empresas e instituciones. Quizás en las instituciones públicas es dónde más queda por hacer, no tengo la impresión que siete años de crisis hayan mejorado demasiado la eficiencia del sistema. Creo que la eficiencia es una palabra que todos tendríamos que tener muy interiorizada. Sin embargo, hoy no quiero hablarte de ser más eficientes, sino del problema que supone serlo demasiado. La hiperproductividad también tiene sus problemas…
El problema de la hiperproductividad
En ocasiones he hablado en este post de algunas de las técnicas para lograr hacer mucho trabajo en poco tiempo. Una de las formas es mediante el trabajo en bloques de tiempo, la técnica concreta la definía en este post, utilizando como ejemplo una de mis estancias en el Monasterio traduciendo Everyone needs a mentor. Trabajar en bloques de tiempo nos aporta mucha productividad, pero ¿qué ocurre cuando lo hacemos demasiado?
Nuestra productividad disminuye.
Al igual ocurre cuando nos pasamos de la raya, cuando durante una o dos semanas trabajamos a un ritmo enloquecido de 12 a 14 horas diarias. No te extrañes demasiado, conozco empresas de tamaño medio en las que el horario formal es de 8 a 20, luego están los que se quedan un poquito más a acabar su trabajo.
Generalmente cuando nos pasamos de la raya, luego pagamos las consecuencias.
Las consecuencias de la hiperproductividad son el equivalente a una goma que hemos estirado más de la cuenta. Cuando eso lo hacemos y la goma trata de volver a su posición original, nos damos cuenta de que ha perdido elasticidad, no tiene la misma tensión. La hiperproductividad tenga que ver con estirarnos demasiado, para luego caer en un pozo de improductividad más profundo.
Es como comenzar una Maratón saliendo a un ritmo de 4:00min/km cuando tu ritmo habitual es 5:20. Seguramente lo acabarás pagando caro.
Por este motivo, cuando aprendemos a gestionar nuestro tiempo de forma más eficiente, no nos fijamos en correr demasiado, sino en adoptar hábitos que puedan mejorar poco a poco nuestra capacidad.
- Cuando una persona adopta el hábito de aprender a decir «no» a todo lo que no aporta valor, lo que está haciendo es mejorar su productividad.
- Cuando alguien empieza el día con una lista de objetivos por cumplir y se orienta a conseguirla, está mejorando su eficiencia.
- Cuando un profesional aprende a centrarse en una tarea y no perder el foco, está logrando un plus de productividad.
- …
La gestión del tiempo y la productividad personal tienen que ver con la creación de hábitos, no con ser hiperproductivos. La hiperproductividad te dejará tan agotado como lo harían los 160 km de la Hardrock Endurance Run.
Para ganar las grandes carreras de la vida, tenemos que aprender a ser productivos, a no pasarnos de la raya.
A veces me preocupo cuando estoy yendo más lejos de lo que sería normal, cuando escribo un libro en una semana, o cuando lleno mi agenda mañana, tarde y noche con proyectos que me apasionan. La clave para mi reside en no perder el contacto conmigo mismo, en saber dónde está el límite, si es que lo hay… Lo cierto es que lo hay, no nos engañemos, cuando la cabeza empieza a pensar demasiado, cuando percibo que voy con el piloto automático y no controlo la nave, entonces es cuando tengo que parar.
Cada máquina tiene su ritmo, su buen ritmo. Durante los últimos 8 años yo he ido a un ritmo bien definido, me ha aportado muchas satisfacciones, y algunos traspiés también. En este tiempo he podido escribir 13 libros (cuatro se publicarán este año y uno el año que viene), trabajar con más de 7.000 personas, y dedicar unas 8.000 horas al desarrollo de otros. También he tenido unas 80 semanas de vacaciones, unas 10 al año de media. Si quieres trabajar muy duro, también tienes que aprender a desconectar.
A las personas que nos gusta conseguir objetivos, solemos mirar atrás después de cada año. No nos sirve eso de que pasen los años, cada año tiene que ser significativamente diferente, cada año tiene que servir para haber caminado más lejos, no sólo en distancia, sino también en el tipo de superficies que recorres. Esa es la forma de crecer profesionalmente.
El éxito no llega por casualidad, es una lucha encarnizada entre tú y tus ganas de querer mantenerte en tu zona de confort.
La pregunta que siempre debemos hacernos es ¿Cuál es mi ritmo?.
Y esa es la pregunta que hoy me gustaría hacerte a ti ¿Cuál es tu ritmo?, ¿Lo has alcanzado ya?, ¿Podrías ir más rápido?, ¿Dónde está el límite?
Vamos, camina, un poco más, tú puedes hacerlo.
Que tengas un gran día.
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