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Vivimos días convulsos, extraños, demasiadas noticias lúgubres pesan sobre nuestra condición humana. Ahora que estamos acabando Marzo, ahora que ya los días se alargan, pienso y reflexiono sobre un concepto mayor a aquel que me trae a este blog casi todos los días, la propia vida. Y saco una conclusión, quizás algo acelerada: La vida no se detiene…
Uno puede vivir anclado al dolor, al sufrimiento, a la pena. Hay tanto sufrimiento a nuestro alrededor, que podríamos pasar horas regocigándonos en él. Podríamos caer en un círculo vicioso compuesto sólo de aflición y de pesar, del nuestro y del de los demás… Pero hoy mi reflexión no va por estos caminos.
Este fin de semana veía en las noticias el asesinato premeditado de 150 personas en el avión de Germanwings a manos de alguien a quien no le quedaba dentro ni un gramo de amor. Uno no puede evitar sentir como el corazón se aflige al pensar en todas esas familias, en todas esas madres y padres, en todos esos hijos que quedan.
Veía, con dolor, esa ladera de una montaña de los Alpes, en la que a bocajarro se pone fin a la vida de tantas personas. Un escenario lúgubre sin duda, fantasmal, después de tanto trocito de avión esparcido, de tanta tierra removida, de tantas personas preguntándose ¿Por qué?
Hay poco consuelo para las familias, ninguno. De poco sirven las muestras de ánimo, los consejos rápidos… «el tiempo lo borra todo», «trata de descansar…». Me pregunto qué difícil debe ser también para los psicólogos que acompañan a los familiares en su duelo ¿se puede acompañar a alguien en un dolor tan profundo? Seguro que se puede, pero qué difícil tiene que ser.
Hay personas que todavía no se creen lo que ha ocurrido con sus familiares, nuestra condición humana no nos permite asimilar en un corto periodo de tiempo algo tan desgarrador, muchas personas nunca lo asimilarán. Cuando no podemos concebir algo lo negamos, es también nuestra condición.
Quizás nuestro único consuelo sea saber que la vida no se detiene, que continua, que no se puede apagar a la propia llama de la existencia. Esta llama arde antes de que tú y yo fuéramos concebidos, muchos miles de millones de años antes.
Y la vida siempre encuentra un resquicio sobre el que volver a aparecer.
Se puede quemar un monte, pero tarde o temprano, con la llegada de estos días de primavera, brotará tímida una brizna de hierba. Se puede asesinar a alguien, quizás a muchos, pero tarde o temprano, escucharemos el primer llanto de un bebé que ha despertado a la vida.
La vida se apaga a cada momento, y también vuelve a renacer, no lo podemos evitar.
La vida no se puede destruir, porque somos vida, y porque la existencia es mucho más grande que nuestra limitada condición humana.
Siempre habrá algo de vida resurgiendo a nuestro alrededor.
La segunda parte que más me apena sobre este asesinato es que se podría haber evitado. Mi estropeada mentalidad ingenieril no deja de pensar en lo incompleto que era el sistema para que algo tan trágico acabe ocurriendo, es fácil evitar los errores humanos. Una vez más, seguimos aprendiendo del ensayo y error…pero los ensayos nos cuestan demasiadas vidas.
Así ocurrió también un trágico día de verano de 2013 en la curva A Grandeira.
Este fin de semana miraba la pantalla del televisor y veía un monte desolado, demasiadas vidas desaparecidas en el mismo lugar, cuánto dolor… Y tampoco pude evitar pensar, que de aquí a unos años, también con la llegada de la primavera, brotarán en ese mismo lugar algunas flores.
Descansar en paz.
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