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«Mi último proyecto es cerrar mi empresa»
Escuchaba estas palabras en boca del director de una empresa. La última misión que le habían encomendado a este profesional con más de treinta años de experiencia, desde la central en el extranjero, era cerrar su delegación y luego despedirse a él mismo. No pude hacer más que quitarme el sombrero y reconocer la valentía y la serenidad de este profesional, pero también al mismo tiempo la de tantas personas que cada día eligen ser parte de la solución y no del problema.
Un plazo de tiempo suficiente (tres meses) y la misión de despedir a la plantilla de varias decenas de empleados, cerrar cuentas, y por último despedirse a él mismo. Ha sido un momento valioso el compartido junto a este profesional, que con emoción y extraordinaria serenidad, describía como se iba a quedar sin empleo en pocos meses, después de un par de décadas en la empresa.
De alguna forma me ha recordado al capitán del Titanic, o ese capitán de barco que todos imaginamos alguna vez, hundiéndose el último, después del barco. Son muchas las personas que están sufriendo cambios en estos tiempos, nadie sabe cuantos ni hasta cuando, pero lo que sí que podemos hacer aquellos que nos encontramos, por suerte trabajando a pleno pulmón, es apoyar, dar aliento y colaborar desde nuestra aportación para que nuestro tejido empresarial se reinvente, para que como pais encontremos una nueva forma de hacer empresa.
«Conviértete en el cambio que deseas ver en el mundo» decía Gandhí, es momento de abandonar la queja, lo único que se puede hacer por cambiar el mundo es que cada uno cambie su mundo. Espero que no muchas personas tengan que decir lo de «cerrar mi empresa», sin duda algo muy difícil de decir.
Sin embargo, podemos aprender mucho sobre gestión del cambio, podemos anticiparnos, podemos conocer estrategias posibles y sobretodo sobrevivir ante los embistes de una situación económica complicada.
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