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No hace falta buscar demasiado para encontrar en un día normal una o varias personas que se quejan de algo. Nuestra energía colectiva se ha vuelto demasiado reactiva en los últimos años, y hemos perdido otras capacidades. Nos hemos identificado tanto con ese espíritu victimista que difícilmente creemos que algo se vaya a solucionar, por lo que la única solución que vemos es la queja.
No he conocido a nadie que haya cambiado el mundo quejándose, ya que la queja de por sí tiene poco efecto movilizador. No es que no sea partidario de cambiar el mundo, todo lo contrario, creo que hay mucho por hacer a todos los niveles, empresarial, político, social… pero tenemos que saber que la queja no tiene un efecto movilizador.
La queja nos situa en una posición desde la cual es muy difícil crear algo. Quien se queja demasiado no suele proponer mejoras, simplemente se queja. Los que más se quejan no tienen la mirada puesta en el futuro, sino en lo mal que están en el presente. La queja está muy bien como indicador de que tenemos que cambiar algo, pero no es una energía hacia adelante. La persona «quejigosa» está apegada a que el mundo no es como le gustaría que fuera, pero sin embargo no hace nada por cambiarlo.
Te pasará que cuando estás con una persona que se queja de todo (las hay, te lo aseguro), tu energía corporal acaba por los suelos y en tu pensamiento empiezan a aparecer nuevas quejas hacia todo. Es porque la propia queja es contagiosa. Yo no me suelo quedar mucho tiempo al lado de alguien que se queja constantemente, te dejan fatal. Tu creatividad cae por los suelos.
¿Qué alternativas elegir a la queja?
Como la queja ya habrás comprobado que sirve de muy poco, tenemos otras alternativas más saludables en nuestra mano.
- Proponer soluciones y empezar a llevarlas a la práctica en la medida que depende de nosotros.
- Hacer que nuestras quejas se oígan de verdad, pero donde toca. Normalmente nos quejamos en el lugar equivocado, y claro, sirve de poco. En lugar de quejarte a la persona que come en el restaurante contigo, quéjate al encargado del restaurante, o pon una hoja de reclamaciones si lo ves necesario y será más útil para todos. Vigila cómo es tu energía cuando lo haces, no hace falta enfadarse para quejarse.
- Aprender a vivir con la imperfección. Si quiero que todo a mi alrededor esté como yo quiera, seguramente estaré todo el día quejándome de que no es así. La rigidez caracteríal nunca trae buenas consecuencias (y con el tiempo se acentúa)
Si haces esto conseguirás que las personas te aprecien más, y tú también te apreciarás más a ti mismo/a. La queja no te lleva a ningún lugar creativo, Cambia el mundo, pero no te quejes.
Lo mio hoy era quejarme de los que se quejan (pero sin acritud eh!).
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