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Había un hombre ya bastante anciano con su nieto a la entrada de un pueblo disfrutando de una tarde de verano.
A media tarde se acercó un extraño con una mochila…
-¿Cómo son las personas de este pueblo anciano? – Le preguntó.
-¿Cómo son las personas del lugar del que viene usted? – Respondió el anciano.
-La verdad es que he venido muy descontento, en estos años he conocido a personas avariciosas, poco respetuosas y muy ingratas con lo mucho que yo hacía por ellos…
-Vaya, en este lugar las personas son igual – dijo el anciano.
El extranjero entró al pueblo con su mochila.
Esa misma tarde, otro joven se acercó al pueblo y en la entrada todavía estaban el anciano y su nieto justo antes del anochecer:
-¿Cómo son las personas de este pueblo anciano? – Le preguntó.
-¿Cómo son las personas del lugar del que viene usted? – Respondió el anciano.
-La verdad es que me ha dado mucha pena irme; eran personas amables, cariñosas y muy agradecidas con lo poco que yo podía hacer por ellos.
-Pues en este lugar las personas son igual – dijo el anciano.
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