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No soy demasiado apasionado de los crecimientos rápidos en las empresas. Quizás los empresarios que han fundado una empresa hace pocos años y a día de hoy su valor es de cientos de millones de euros sean los más admirados por la sociedad. Ahí tenemos ejemplos como Facebook, Twitter y otras empresas muy jóvenes y de las mas valiosas del momento.
Pero ¿Cuántos Mark Zuckerberg existen? ¿Cúantas personas son capaces de en tan sólo 10 años, crear una empresa como Facebook con un valor de más de 100.000 millones de dólares?
Igual que Hollywood ha hecho mucho daño a nuestra forma de ver el mundo, también creo que estos modelos crean unas expectativas demasiado altas, e irreales para el 99,99999% de la población. Ocurre como en el futbol, fenómenos como Messi, Cristiano Ronaldo y otros hacen que millones de niños quieran ser ellos de mayores. Es evidente que todos tenemos que tener referentes y saber en quién fijarnos, o de quién aprender, pero hay que tener los pies en la tierra (y la vista en las estrellas). Hay que saber crecer, y hay que saber dónde poner las expectativas. Más que nada porque la gestión del fracaso no la llevamos del todo bien.
En realidad, no hemos aprendido la lección, no somos capaces de ver el crecimiento y evolución de nuestra vida de una manera algo más humilde, o como me gusta decir de forma orgánica. Un crecimiento orgánico es lo mejor que puedes hacer por ti y por tu empresa.
Cuando nos planteamos crecimientos demasiado rápidos, estamos forzando demasiado una estructura, y nosotros mismos no disponemos de el conocimiento necesario para sostener ese crecimiento, poniendo en peligro nuestro negocio. Crecer demasiado rápido generalmente se hace en base a endeudamiento, lo que añade algo más de riesgo a aquellas empresas que se lanzan en poco tiempo hacia el éxito.
«¿Porqué no piensas en tu proyecto profesional como un proyecto de vida?»
Ahora es cuándo me dices «explícaselo a mi jefe». Tenemos que vernos un poquito más como artesanos, que disfrutan de lo que hacen por el simple hecho de hacerlo, sin esperar a ser Facebook, Apple o Microsoft. Ofrecer buenos productos y servicios a personas que los necesitan.
También es cierto que los cambios se van produciendo y que cualquier empresa debe anticiparse a ellos. Quizás sea una de esas variables en las que tenemos que tener equilibrio.
Utilizando la metáfora de el jardinero en la empresa, “no podemos hacer que una planta crezca, sólo podemos crear las condiciones para que lo haga». Al igual ocurre con los crecimientos demasiado rápidos, si los forzamos acabarán por ser disfuncionales. Quizá lo mejor que podamos hacer sea crear condiciones favorables al crecimiento, para así lograr un crecimiento orgánico.
La experiencia con algunas empresas exitosas a día de hoy me dice que la mejor forma de crecer es a pequeños tramos.
La fórmula sería «crecer un poco-consolidar-innovar-crecer otro poco»
Espero que tu crecimiento sea orgánico! ¿Cuáles son tus experiencias?
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