Compartir la felicidad

cesar piqueras teruel

Este verano tuvo muchos momentos geniales, llenos de todo aquello que uno puede esperar de unas vacaciones por España: buena comida, personas, lugares, descanso… Pero si algo me gustó mucho fue un momento en el que tuve la sensación de compartir la felicidad de otras personas…

Buenos días! ¿Cómo estás? Espero que te encuentres de cine. Es lunes y son las 6:30 de la mañana, Belén y yo estamos en Teruel desde el sábado, en un precioso loft que hemos alquilado. El motivo es porque hoy empiezo a escribir mi próximo libro, a un ritmo muy alto, y cuando escribo en este modo tan productivo me tengo que olvidar de todo lo demás. Ya sabes lo que le ocurre a la fuerza de voluntad si te dedicas a otras cosas… Tengo el foco en mi 14º libro durante 6 días.

Esta es mi rutina diaria durante los próximos 6 días si todo va bien:

  • 6:00 – 6:15 Meditación. Después de dormir 7:30horas.
  • 6:20 – 7:20 Escribir 1 hora.
  • 7:20 – 8:20 Running 8 kms + Ducha.
  • 8:20 – 9:30 Desayunar tranquilamente, disfrutando del comienzo del día con Belén.
  • 9:30 – 12:30 Escribir 3 horas.
  • 12:30 – 12:50 Descanso.
  • 12:50 – 14:50 Escribir 2 horas.

Esto hace que escriba durante 6 horas intensivas al día, que durante 6 días son 36 horas efectivas a un ritmo de unas 1.100 palabras por hora. Para entonces espero haber acabado de escribir y ya dejar en manos de mi equipo y de la editorial las siguientes fases, correcciones, etc…

Momentos en los que compartimos la felicidad

Como bien sabes, en verano Belén y yo solemos ir al Norte de España, zona que nos encanta porque no hace nada de calor y para los que somos del Mediterráneo es un auténtico paraíso verde, gastronómico y un lujo para los sentidos. Los dos últimos años hemos estado varios días en Santiago de Compostela, una de nuestras 5 ciudades preferidas en este país que amamos con locura (Bilbao, San Sebastián, Sevilla, Granada y Santiago). Lo que tiene Santiago de especial, ¡además de cientos de cosas! es la peregrinación que hacen miles de personas cada año. En verano especialmente, cada minuto llegan peregrinos de todas las partes del mundo.

Belén y yo solemos pasear a menudo por la ciudad, es nuestra rutina diaria. Pero una de las cosas que más nos gusta es llegar a la plaza del Obradoiro y sentarnos en el suelo a ver cómo llegan los peregrinos y peregrinas durante un buen rato.

Nos sienta fabuloso ver cómo la gente disfruta de ese momento, de llegar a su meta y haber cumplido su sueño…

llegar a santiago

Lo hacemos por el mero hecho de disfrutar de la alegría de los demás, de ver tantas caras de satisfacción, algún que otro llanto y muchos besos y abrazos. Además, si tenemos suerte, incluso alguien nos pide que les hagamos una foto, y entonces puedes ver todavía más en directo la cara de felicidad de las personas.

Creo que la felicidad es mucho mayor cuando la puedes ver a tu alrededor, además de sentirla. O cuando puedes tú contagiarla a otras personas. Dicen los que han sido papás y mamás que sus hijos les trajeron mucha felicidad. Sin duda, es imposible no estar cerca de un niño de cualquier edad y no sentir algún tipo de felicidad.

Por este motivo mi mujer y yo nos sentamos en el suelo durante algunas horas a ver cómo las personas se alegran de haber llegado. Eso nos hace también felices.

Es una sensación bonita el haber completado un recorrido como el Camino de Santiago, aunque sea durante algunas horas. Hay quien camina durante semanas y otros durante días. Pero siempre es maravillosa la sensación de entrar en la Plaza. Yo cada mañana, cuando estoy por allí, suelo correr parte del Camino en sentido inverso y luego vuelvo a entrar en Santiago, como si fuera un peregrino que hace sus últimos metros de camino. Me pone mucho las pilas ir cruzándome con los peregrinos a la ida y a la vuelta en el running de cada mañana.

Son ese tipo de pequeños detalles que, si sólo me quedaran unos días de vida, me gustaría volver a repetir.

Plaza del obradoiro felicidad

En el 2002 hice mi primer camino, 800kms en bici por la ruta tradicional. En el 2006 hice el segundo, 1.100kms en bici por la costa Norte llegando desde Francia. Ambos fueron espectaculares y en ambos tuve la misma sensación de felicidad al llegar. Una felicidad que dura poco porque luego se transforma en confusión, cuando te das cuenta de que a la mañana siguiente no volverás a subirte en la bici para seguir disfrutando. Creo que todos los peregrinos compartimos una sensación parecida un par de horas después de llegar, algo de tristeza por lo que se acaba, una vez que te habías acostumbrado a la rutina diaria, al “buen camino!” que escuchabas tantas veces cada día…

Seguro que haremos muchos más caminos en nuestras vidas, yo espero recorrer en bici y a pie cualquier lugar que me inspire, ¡hay tantos!. Tengo muchas rutas pendientes, y por suerte una mujer que es una joya, por darme alas y ayudarme a cumplir con todas mis metas. También a mi me encanta que Belén sienta que tiene unas alas magníficas con las que puede cumplir todo aquello que se proponga en la vida, mi misión es ayudarla a ser feliz, igual que ella hace conmigo.

Lo cierto es que cada vez que Belén y yo entramos en la Plaza del Obradoiro, y nos sentamos en el suelo para ver llegar a los peregrinos, sentimos que estamos robándoles una parte de su felicidad ¡qué digo! la felicidad no se puede robar, sólo se puede multiplicar y eso es lo que hacemos, contagiarnos de ella para hacer también a otros más felices.

Que tengas un gran día.

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6 comentarios en “Compartir la felicidad”

  1. Me emocione bastante al leerte hoy, es de los pocos blog que leo por tiempo y por foco. Hoy ha tenido un matiz especial, muy especial… Gracias por compartir tu felicidad 🙂 y bueno gracias a Belen por ser la protagonista.

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